El sábado a media mañana.
Yo a mi hija: Cariño, pregúntale a la mami, por favor, qué vamos a comer hoy.
E: Vale.
Se va corriendo. Al poco vuelve.
E: Dice que vamos a comer tortellini.
Y: Huuuum... Vale.
Al rato.
Mi mujer a mí: ¿Hoy vamos a comer tortellini?
Y: No sé. Lo has dicho tú, ¿no?
Sonrisa pícara de mi hija.
Mi mujer: No. Lo has dicho tú. Yo le he dicho risotto.
Ese día a la mensajera no le apetecía comer arroz, prefería pasta.
¡Ay, vaya par de pardillas inocentonas!
ResponderEliminarPero es un buen ejemplo de cómo cambiar el mundo con las palabras... y de juego de estrategia ;)
Menos mal que nosotras luego contrastamos datos jejeje