Esta tarde en una cafetería a la que hemos entrado a merendar.
Y: Cariño, ¿qué te pasa?
Ella, medio encogida, intentando esconderse entre mi pierna y la mesa, mira de reojo al camarero.
Y: ¿El camarero?
Ella asiente, tímida.
Y: ¿Te da vergüencilla?
Ella, ruborizada, vuelve a asentir.
Y: Pero ¿por qué? ¿Es guapo?
Ella me mira, abriendo mucho los ojos y me dice a media voz:
E: Sí.
El camarero, cuando ha acabado de recoger las mesas, ha vuelto a la barra y desde ese momento mi hija ha estado pendiente de la puerta de la sala en la que estábamos para ver si volvía a aparecer.
Doy fe. Cuando llegué aún estaba inmersa en su momento vergüencilla. Por lo menos no tiene mal gusto: de los dos camareros, le gustó el más guapo, morenito y con ricillos. jeje
ResponderEliminarMum